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miércoles, 10 de septiembre de 2014

SOMOS TODOS SUSANITA


Y LOS CHICOS NUESTROS POBRES:
Susanitasueña que, cuando sea toda una señora, creará una fundación que compre comida para los pobres . Cuando piensa en comida para ellos aclara: “sémola y fideos y esas porquerías que comen ellos” . 
Desde pequeña me hicieron ruido estas palabras, ese duro “ellos” que pone distancia y la ubica en un “nosotros”altanero y clasista, tan soberbio como despectivo.
Hoy recuerdo este dialogo y pienso en como Susanita usaba la palabra “porquerías”, para enfatizar la diferencia entre su comida, la cual se imagina relamiéndose glotonamente y la de los pobres, un grupo de personas sin poder de decisión, que solo pueden comer aquello que les toca en tanto clase social a la que pertenecen (sémola, fideos, porquerías). Se me cruza un pensamiento: SOMOS TODOS SUSANITA Y LOS CHICOS NUESTROS POBRES. 
Cuando vamos a un cumple, en un salón o un pelotero ¿que comemos los adultos? un catering con calentitos, sandwiches, empanadas, alguna torta, hecha por esa tía que todavía prepara pastafrola o budín de limón, para matizar. ¿Qué comen los chicos? parafraseando a Susanita “esas porqueríasque comen ellos”: papitas, chizitos, cereales de colores fluo y luego el nefasto carrito de panchos. Y sí, porque ellos no son como nosotros, son como los pobres, no pueden elegir, les toca. Y ¿Si pudieran elegir?,  ya sabemos que van elegir esas porquerías, ¿es lo que comen ellos o no?
La sociedad de consumo nos dice que no tienen la capacidad de disfrutar de la comida real, ni digamos saludable, que no pueden porque no les gusta, no es divertido. Básicamente no son como nosotros, son niños y tienen que comer comida especialmente pensada, formulada, coloreada y adobada con aditivos, formas y colores para ellos. 
Si vamos a un asado, a los pibes no les dan sandwiches de bondiola o vacío, les tiran unos patis en la parrilla. Si nos invitan amigos a comer pollo al disco, a los chiquitos les toca comer patitas de pollo ¡si ellos solo comen si tiene formitas!. Si salimos a comer afuera, los establecimientos gastronómicos ya pensaron en ellos y armaron el “menú infantil”, algunos hasta nos separan físicamente con un vidrio: mientras nosotros comemos ravioles de salmón, ellos, del otro lado de la pared transparente, comen comida chatarra, perdón, infantil. Y la historia sigue, nos levantamos corriendo para llevarlos al cole y luego irnos a trabajar y les damos dinero para que compren en el kiosco de la escuela...si si claro eso que comen ellos, (son niños no se olvide), alfajores, caramelos, sancks de todo tipo, gaseosas, etc. Si almuerzan en el cole, el comedor ya planifico un menú donde abunde la comida que comen ellos.
 ¡Ojo! a veces la realidad nos sorprende, mientras la inercia nos empuja a lugares con cajitas felices y payasos macabros, nos damos cuenta que esa porquería que comen ellos , en realidad no les gusta tanto, y soltamos la frase: ¡no es para tanto,si la hamburguesa la dejan, quieren el juguetito! y volvemos el próximo fin de semana para completar la colección.
Pienso en mi abuela, ella me contaba que cuando vino en barco desde Siria, solo podía comer las nueces que le daba su mamá, porque el barco se movía muchísimo, durante meses y se le revolvía el estomago. ¿Es que acaso mi tatarabuela sabia algo que nosotros no?.Seguro no leyó en ningún post que las nueces tienen omega 3, zinc, hierro y muchas calorías.
En la radio escuche que se preguntaban como podía competir el colorido de un kiosco no saludable con uno saludable (en el imaginario del locutor era marrón).  El primer error es pensar en los chicos como clientes, que una escuela publica o privada se sostenga económicamente gracias a que los chicos se embuchan de basura en los recreos no me parece ético ni responsable*. Escuche a Narda Lepes decir que quería que su pequeña hija comiera sano y a Maru Botana contestarle: "si un chico no come porquerías no tiene infancia". Me acuerdo de mi abuela y las nueces y pienso: señora Susanita, perdón Maru Botana, la infancia es otra cosa.


* Un estudio reciente de la Fundacion DAAT mostró que las elecciones más frecuentes de meriendas que compran los chicos durante el recreo en un kiosco tradicional hace que los niños consuman en promedio 6 mil calorías más de las recomendadas por mes. ¿La razón? un jugo y un alfajor equivalen a 350 Kcal. diarias (7.000 al mes) y si se suman algunos caramelos (140 Kcal. entre 8 a 10 unidades) o un paquete chico de papas fritas u otro snack (35 gramos; 140 Kcal) la cifra crece.

Les dejo el linck de la columna de Sole Barruti en Gente sexy donde habla de esta nota y los kioscos en las escuelas:


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