En mi camino profesional me toca encontrarme con padres preocupados porque sus hijos no comen variado o prefieren ciertos alimentos por sobre otros. A veces los padres sienten que comen poco, que son muy selectivos, “picky eater” es el nombre en ingles. En la mayoría de los casos son problemas conductuales que se solucionan cambiando las dinámicas familiares y por supuesto la alimentación. Pero otras veces son pequeños que solo comen alimentos con una textura determinada y sienten aversión a cualquier otra. A veces pueden tener dificultades motrices en la masticación y las compensan eligiendo alimentos que pueden gestionar fácilmente y comer. Otras veces tienen hipersensibilidad a los olores de ciertos alimentos y a los olores en general. En este universo tan amplio, de niños que no comen, como los padres esperan que lo hagan, existen aquellos con “disfunciones de integración sensorial”, estos niños malinterpretan los estímulos sensoriales que les llegan a través de sus sistemas sensoriales y a menudo reaccionan de forma desmedida o inadecuada. Los estímulos no solo vienen a través de la comida, los sonidos fuertes, la luz del sol, los olores o texturas de la ropa también pueden hacerlos reaccionar de esta manera. Hace unos pocos días estuve en el consultorio de una amiga que es Terapista Ocupacional y trabaja en Reorganización Sensorial con niños. Estuve todo el día observando su maravilloso trabajo con los niños y los materiales y recursos que utiliza. Es importante detectar si tu hijo posee una disfunción de integración sensorial o simplemente malos hábitos. Una Terapista Ocupacional (T.O) posee herramientas diagnosticas y puede proponerte un acercamiento terapéutico especifico.
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