
Antes de meternos en materia y consejos, quiero aclarar que puede producirse una pérdida de volumen y de masa grasa pero no de peso; no preocuparos, esto se debe a que estamos consiguiendo no sólo eliminar la grasa sino que también estamos creando músculo.
Cualquier actividad requiere energía, esta energía proviene de los hidratos de carbonos, de las grasas y en menor medida de las proteínas. La glucosa es un potente combustible que nos ayuda a realizar las funciones vitales y, en el caso de realizarlo, el ejercicio físico. Es el componente de mejor disponibilidad ya que las grasas necesitarían ser transformadas y, en el caso de las proteínas esta transformación se vuelve mucho más compleja, es por esto que se recurre a las proteínas sólo en aquellos casos en los que las reservas de hidratos y de grasas estén agotadas.
Cuando se realiza ejercicio físico intenso y de forma regular se tiende a recomendar un ligero aumento en el consumo de proteínas ya que van a ayudar a cubrir las necesidades proteínicas, esto no significa que un mayor consumo de proteínas vaya a dar como resultado una mayor producción de proteína corporal (músculo). Debemos tener en cuenta que un elevado consumo de proteínas no sólo no nos va a beneficiar sino que además puede tener como consecuencia una mayor producción de urea y ácidos no metabolizables, la proteína tiene como principal producto de desecho compuestos nitrogenados tóxicos cuya concentración excesiva en el cuerpo produce problemas de salud como uricemias, gota... Una elevada concentración de estos ácidos no metabolizables aumentan las necesidades hídricas (beber más agua). Se crea una acidosis que tiene como consecuencia una descalcificación ósea; es decir, perdemos hueso.
Existen tres tipos de ejercicios:
- El llamado aeróbico: son ejercicios que mejoran la resistencia cardiovascular, son ejercicios de intensidad moderada que se realizan durante períodos de tiempo largos. Serían aquellos del tipo caminar, correr, jugar al tenis…
- Ejercicio anaeróbico: aumentan la masa muscular, son aquellos ejercicios de intensidad elevada en cortos plazos de tiempo. Son, comúnmente, ejercicios de fuerza, tipo pesas.
- Ejercicios de flexibilidad: aquí entrarían los ejercicios de estiramiento, que mejora la capacidad de movimiento de los músculos y articulaciones, protegiéndolos de lesiones. Se recomiendan hacerse antes de realizar cualquiera de los otros tipos de ejercicios.
Estos son ejercicios que al combinarlos resultan el aliado perfecto para conseguir mantenerse en forma.
Con respecto a los efectos del ejercicio físico sobre la salud, no solo implica tener un cuerpo “bonito”, nos ayuda a mantener el peso, adquirir una postura adecuada, erguida… Son beneficios que se pueden apreciar visualmente pero a nivel de salud:
- Ayuda en el control de la presión arterial, en aquellas personas hipertensas o con propensión a serlo, una actividad física regular ayuda a reducir tanto la presión sistólica como diastólica. Mejora nuestro sistema vascular y regula el flujo sanguíneo cerebral.
- Controla los lípidos en sangre, favoreciendo la prevención de arterioesclerosis y enfermedades coronarias, aumenta el colesterol HDL (colesterol “bueno”) y favorece la disminución del colesterol LDL así como los niveles de triglicéridos plasmáticos.
- Fundamental para el control de la diabetes mellitus tipo II, aumenta la sensibilidad de los receptores de insulina de las células así como facilitando la entrada de glucosa a la célula.
A nivel psicológico se ha demostrado que realizar ejercicio con regularidad estimula la secreción de ciertas hormonas que influyen directamente en nuestro estado de ánimo, estamos más contentos y con una actitud más positiva ante posibles problemas que nos puedan surgir.

Nos vemos en próximos artículos. Un saludo :)
Realizado por Tamara Valencia Dueñas
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